Recuerdo a mi abuelo -cuando tenÃa casi ochenta años y podÃa permitirse el lujo de tomar todos los coches que quisierade pie, bajo una lluvia torrencial, mientras pasaban por delante de él siete u ocho ómnibus atestados; y luego le dijo a mi padre (en voz baja, para que los jóvenes no oyeran su blasfemia): Si llegan a pasar sin recogerme tres ómnibus más, creo que tomaré un coche. Se cuenta que una vez envié a mi mujer un telegrama que decÃa: Estoy en Market Harborough. ¿Dónde debÃa estar?