El Manantial ilustra con inmensa claridad -y crudeza- la lucha entre la creatividad del hombre libre y magnánimo (del latÃn, de alma grande) y el resentimiento del hombre servil y pusilánime (de alma pequeña). Las palabras de Ayn Rand son una defensa apasionada de la excelencia del individuo y una estocada mortal a los mediocres celosos que pretenden coartarla.