Perdí anoche un collar de cuentas de lana. Vacío de coral, un berbiquí en las sienes. El perro sin tripas frente al verdugo: ¿es suyo, señora?. ¡Y ríe, cómo ríe como borracha, antes de ofrecer su cuerpo!. Una marca en el cuello, como de soga, en la frente un expositor de acuarelas y el vello de la entrepierna disuelto en vino, anoche, esta voz convocaba a la sequedad, para la suerte.