Sevilla es una ciudad donde la simple contemplación es siempre gratificante, pero la capital de AndalucÃa invita a participar de su vida, en todas sus manifestaciones, desde la alegrÃa de lo cotidiano, que se convierte en una auténtica explosión en la Feria de Abril, hasta la arraigada y profunda Semana Santa, que sólo se podrá entender si se comparte con los sevillanos. Capital de la Comunidad Autónoma de AndalucÃa, Sevilla se sitúa en el sureste peninsular en plena depresión del Guadalquivir, delimitada por las provincias de Córdoba, Cádiz, Málaga, Huelva y Badajoz. La metrópoli que da nombre a la provincia se halla bien comunicada, pudiéndose acceder a ella por carretera, ferrocarril, avión e incluso por barco, al poseer el único puerto fluvial de España. Cruzada por el viejo rÃo grande, la principal vÃa andaluza de penetración, sus perezosas aguas presienten ya la desembocadura en el Atlántico cercano, allá en las marismas de Doñana, la mayor reserva biológica de occidente. Sevilla cuenta con un riquÃsimo patrimonio heredado de su larga historia, en la que el barroco ha dejado una impronta que supo repartir por sus grandes pueblos. Sin embargo, también es una ciudad proyectada hacia el futuro, con un vigor y dinamismo envidiables, como demostró la remodelación que se llevó a cabo con motivo de la Expo92. El entramado callejero, el benigno clima y el carácter abierto del sevillano propician una singular convivencia; tan difÃcil de encontrar en otra ciudad; por ello tiene fama Sevilla. Al visitante no le resulta difÃcil incorporarse a esta cordial forma de vivir y conoce la ciudad con la familiaridad con que alguien enseña su casa. A una pregunta, a cualquier demanda de información, siempre seguirá un diálogo amable; nunca una contestación frÃa. Se contagia entonces del bullicio, del amor a los rincones, a los bares semiocultos o a los espacios abiertos como el Parque de MarÃa Luisa o las orillas del Guadalquivir.
