La filosofía de la ciencia entró en una profunda crisis apartir de los años sesenta del siglo XX. Toda una generación de estudiosos de la ciencia arrojó una luz nueva que reveló la inadecuación y la falta de realismo de las teorías lingüísticas vigentes en torno a la racionalidad científica y sus fundamentos. La mejor respuesta de la filosofía de la ciencia a tal circunstancia se encuentra en El avance de la ciencia, obra ambiciosa y lograda, de Philip Kitcher. Habiendo contribuido de modo importante en diversos campos de la filosofía de la ciencia, Kitcher presenta con este amplio y profundo estudio una concepción novedosa, detallada y justa del desarrollo de la ciencia. Kitcher defiende robustamente la noción de que, tras la compleja red de acciones y decisiones que los científicos toman día con día, hay razón para hablar de la racionalidad y del progreso.