La prueba suprema aplicable a un libro es que, tras las palabras, percibamos el trabajo de alguna inteligencia poco usual. Mediante esa prueba se desintegran varios otros libros nuevos que tengo o podría tener. Se desintegran las toneladas de poesía simulada que produce cada época, cada escuela, cada moda. En ocasiones es sumamente difícil encontrar otra razón específica para lo insatisfactoria que es. A propósito he escrito aquí de inteligencia y no de intelecto. No hay inteligencia sin emoción. Las emociones pueden ser anteriores o concurrentes...