Hace miles de años, en las montañas del Pirineo, los pastores nómadas fueron los pioneros de una cierta organización familiar y social en torno a la ganadería, que era el mejor medio de vida en las montañas. El oficio de pastor se aprendía por tradición, como el de agricultor y otros, pasando de padres a hijos, de una a otra generación y de forma natural y sencilla. A lo largo del siglo XX, los pastores tradicionales han ido desapareciendo y los pueblos han quedado deshabitados, y en los pequeños pueblos que aún quedan con vida en el Pirineo, la gente joven no ha seguido apenas el viejo y noble oficio de pastor. Con este libro se pretende, entre otras cosas, homenajear a los pastores por su constante y sacrificada labor, por los días de soledad y sufrimiento y por haber desempeñado una tarea que hasta el momento no ha sido suficientemente valorada por la sociedad.