Este libro parte de una grave constatación: la mundialización de la actividad financiera ha provocado inestabilidad y crisis y ha favorecido un reparto de la riqueza que beneficia a los accionistas y a las rentas del capital en detrimento del empleo y de las rentas del trabajo. Esto hace que exista un crecimiento frágil, asentado sobre la especulación. Para salir, de esa trampa es preciso entender antes de qué forma hemos caído en ella: es el primer mérito de este libro.