Gregorio Marañón ve así la existencia de la Generación del 98: la del 98 fue una generación verdadera porque en ella se unió, al hecho cronológico indudable (aunque sus límites puedan dilatarse o estrecharse a capricho), una reacción política, en su sentido noble y general, en un sentido de no querer derribar, actuar, sustituir y mandar, sino sólo criticar dura y libremente -sin libertad no hay posibles generaciones eficaces- no a un gobierno, sino a un modo de vida nacional cuyas raíces se disecaron valerosamente, sin dengues tradicionalistas, hasta lo más profundo de nuestra historia. La del 98 es la generación con un sello más marcado y se le considera la generación literaria por antonomasia. Y bien puede señalarse como, ni antes ni después, hemos tenido un conjunto de escritores que sintamos mejor situados idealmente como generación. El autor de este ensayo nos ofrece un texto clarificador y ameno sobre un tema muy presente en su trayectoria como escritor.