Si algo tiene este mundo revoltoso es que, casi a diario, se pone a prueba nuestra paciencia. Un día son los niños, otro día un cuñao, otro tu pareja, otro la ITV, otro tu madre que no te peinas…Y cuando parece que todo está en calma, ¡BAM!: se le rompe un asa a la bolsa del súper en mitad de la escalera. Pero, ¿sabéis de qué me he dado cuenta? De que te lo tomas de otra manera si te propones afrontar cada imprevisto/ contratiempo/maldicióngitana/loquesea como una oportunidad de llevarte al extremo para aprender y mejorar. Como cuando haces estiramientos y cada vez levantas la pierna un poquitiiiiiiiiiiiito más. Que es prácticamente imperceptible, pero que tú sabes que está ahí porque te pincha. Y me he planteado, como propósito que empiezo hoy, porquecomosiempreempiezotarde (con lo que el propósito de no hacer las cosas tarde ya se me ha ido a la mierda), a sintetizar al menos UN aprendizaje cada semana para respirar hondo, sentir que llevo las riendas y hacerme ilusiones pensando que, cada vez, estoy un poquito más cerca de la paz mental.
