Filosófica e ideológicamente nada había en común entre los proyectos políticos de absolutistas y liberales. El proyecto absolutista se fundamentaba en una concepción teológica del cosmos. Arrancaba de Dios como creador del universo que había dotado a la sociedad de leyes propias a las que debía voluntariamente someterse el hombre; se prolongaba la acción divina en la redención protagonizada por Jesucristo y se concretaba en la constitución de la Iglesia como continuadora de la obra de redención.