Existen lamentables creencias encriptadas en el imaginario educativo. Tal ocurre con los libros de texto: nadie aceptaría que sólo son repertorios memorizadores; pero su aplicación administrativa como mobiliario de aula, vivo durante años, lo reduce a ello, enviando a los niños un mensaje de desprecio al significado individualizador del libro e impidiendo la introducción educativa de verdaderos materiales de aprendizaje. Tal ocurre con los currículos:nadie aceptaría que no conecten al alumno cn la realidad; pero sus contenidos academicistas y, además,con la permisividad de metodologías meramente expositivas,son una importante causa del aburrimiento y el fracaso escolar.