Se ha hablado mucho de ética empresarial en los últimos años debido, en parte, a los aún recientes escándalos financieros producidos en algunas empresas y que han tenido una gran repercusión e impacto en la opinión pública. Ahora bien, estas situaciones no son una exclusividad de las mismas: el propio entorno político, las actuaciones de algunas organizaciones y gobiernos en el ámbito internacional, el contexto mundial, etc., no han contribuido, precisamente, a crear un marco idóneo en este sentido. Ante esta situación se está produciendo una reacción, por parte de muchos sectores de la sociedad, de una mayor demanda de información y transparencia sobre las empresas y organizaciones en sus diferentes ámbitos: económico, social y laboral y medioambiental, con la finalidad de que se puedan poner de manifiesto y valorar, por parte de la misma sociedad, sus actuaciones. Aunque, indudablemente, el peso de las empresas es importante no hay que plantear cuestiones éticas únicamente en este contexto. Es necesario enfocarlo de forma global y aplicarlo al ámbito de todas los colectivos que interactúan y tienen responsabilidad en la sociedad actual (empresas, sector público, instituciones internacionales, gobiernos, ONG#s, etc.) y de su actividad (productiva, servicios, comunicación y medios, medicina y genética, ayuda al desarrollo, etc.).