Tierra de luz y de contrastes, vientos furiosos en las altas planicies, siempre rodeadas de belleza y silencio, una tierra tan cercana al cielo que hace que uno se olvide de los seres humanos y sus desdichas. Una tierra de revueltas ahogadas, de una infinita sabiduría modelada al ritmo de los tiempos: se trata del Tíbet de nuestros sueños que choca contra la dura realidad de una colonización que se esconde detrás de los espejismo de una uniformmización.