La novela tiene como un escenario una vieja mansión habitada por los miembros de dicha familia, que se enfrentan entre si a causa de una inflexible disposición testamentaria, fruto, a su vez, de unas relaciones sexuales ilegales : el termino legalidad se trata de uno de los rasgos principales de este melodrama helado, secretamente tenso, admirablemente construido. La mansión familiar —en cierto modo el verdadero protagonista del libro— parece tener vida propia: domina, controla, sofoca y vampiriza a los personajes, cumpliendose un muy preciso ritual simbólico, característico de la autora. Así, el comedor será el espacio de los enfrentamientos; la biblioteca , por el contrario, el lugar de de las graves decisiones; en el cuarto de los niños las voces saltan espontáneas descubriendo la vedad, o se atisba la vida secreta de los adultos. Con su prodigioso empleo de diálogo, Ivy Compton-Burnett desvela implacablemente la conciencia de sus personajes y su sorda aunque feroz lucha por el poder en el claustrofóbico ámito familiar, confirmando la aseveración de Nathalie Sarraute en su prólogo: Es una de las mejores novelistas inglesas de todos los tiempos.á En esta misma colección se ha publicad
