Neme se llamaba. Sólo Neme. Solía salir al balcón para pasar el rato. No sabía que la vida pasaba tras esos barrotes, y que ella estaba privada de poder disfrutarla. La niña eterna no estaba capacitada ni para descubrir su verdadero nombre. Ni tan siquiera tiene ese poder. Pero ella no se rinde y utilizará todo su ingenio para luchar por lo que ama, por quien ama. Enfrentada al destino y a su familia que la rechaza, observaremos el proceso de aprendizaje de esta muchacha en una sociedad en la que los secretos, los rumores y lo no dicho son determinantes, capaces de dirigir el futuro hacia una dirección… o hacia el mar