En las boqueadas de la España Imperial, tras derrumbar el apetito napoleónico, la Constitución de 1812, primer escrito de libertades (que sabido es que mientras no son letra no son esencia), fue como un Jordán de esperanzas, no sólo en la España peninsular, sino que, como buena nueva, se extendió gozoso por toda la América hispana. Desde la Patagonia hasta el Oeste norteamericano, aun hoy, cinematográficamente al menos, nos llega el eco de los papeles del Rey de España en conversaciones de los jefes comanches o apaches en sus defensas territoriales antes de fumar la pipa de la paz con los uniformados de John Ford. Quedó el mundo aquel regado de expectativas utópicas o realistas, valientes o condicionadas, que a veces fueron salida y otras no. Pero a partir de aquel momento algo se abrió, todo fue distinto desde el Cádiz de 1812. Desde la Pepa. De esto y sus complejidades, con sapiencia, rigor, amenidad y exactitud trata este pequeño gran volumen de Rosa de nadie construido por tres grandes especialistas.
