El poeta lucense entrelaza en sus versos la tradición galaica y la oriental, alumbrando composiciones emparentadas con los haikus, no sólo por su brevedad, sino por su magistral equilibrio entre lo sensible y lo abstracto. Las rocas, la toponimia, la rotación de las estaciones resuenan como estados de ánimo de un ser vivo llamado Tierra. Edición bilingüe en castellano y gallego.