Esta 7º edición del Tomo I (obra mundial que, en sus cuatro volúmenes, ya lleva impresos más de 100.000 ejemplares) aparece imbuida de nuevas concepciones, que ya se perciben en todo el mundo. Agotado el espejismo propio de la década de 1980 hacia las instancias artísticas globales, que se revelaron infecundas, eurocentristas e infectadas con el Kitsch neonorteamericano actual, ya se insinúa la necesidad del retorno hacia la tradición cerámica local y sus recursos formales o de diseño, establecidos sobre una base técnica y estética sana, lo más arcaica posible para cada región cultural, cuya identidad debemos reivindicar y rescatar. No es la banalidad artística esnobista y mediática, ni la imitación de novedades casquivanas o de importación, el patrón estético contra el cual debemos crear; sino la inserción dentro de nuestra cultura plástica o cerámica ancestral, propia, autoidentificativa, loca lista, regional, cuyo decurso o recorrido histórico, conceptual e instrumental se debe conocer y valorar antes de atreverse a exhibir una Obra seria, no un gatuperio europeoide o yancófilo. Nuevos vientos soplan en nuestra América Latina. Asumamos esta oportunidad que tal vez sea la última. Se insinúa un nuevo modelo para recuperar nuestra identidad perdida entre el fárrago mediático, la discultura televisiva, la chatura periodística y revisteril, las paupérrimas direcciones de incultura nacionales y municipales, los histéricos salones, concursos y galerías, las escuelas del genocidio artístico... Todos juntos, renegaron del arte y del oficio, del estudio y de la técnica, como fundamentos de toda praxis artística seria y humanizadora. Y aceptaron embobados el modelo exógeno o de importación artística. En la dialéctica del Amo o del Esclavo prefirieron la esclavitud, el coloniaje cultural.
