Ninguna orden de caballería ha despertado a través de los siglos tanto interés ni ha provocado opiniones y actitudes tan enconadas como la orden de los caballeros de Jerusalén: los templarios. Envueltos en cierto halo de misterio. Partícipes en los avatares de guerras y conquistas. Protagonistas de episodios sangrientos y a la vez constructores de una utopía universal.