Ilustrada por Ricardo Baroja y con solapas explicativas por Julio Caro Baroja. Ocurre en un pueblo de Guipuzcoa y recoge imágenes y recuerdos de cuendo el autor era médico en Cestona. Es una primera crítica de cierto tipo de industrialismo unido a tendencias muy reaccionarias: como siempre hay, un trasfondo romántico y lírico. El cariño a la propia tierra natal se trasluce.