Cuando Willow, la hija de Charlotte y Sean O’Keefe nace con osteogénesis imperfecta severa (enfermedad de los huesos frágiles), sus padres asumen que la niña padecerá una vida de dolor y de minusvalía ante la posibilidad de sufrir cientos de fracturas. La familia tiene dificultades para llegar a fin de mes a causa de los elevados gastos médicos, y Charlotte cree que ha encontrado una respuesta: demandar al ginecólogo que la reconoció por no informarle de antemano que su hija nacería gravemente discapacitada, con lo cual garantizaría para Willow una atención útil para toda la vida. Pero eso significa que Charlotte tendrá que exponer ante un tribunal que habría abortado si hubiese conocido de antemano la minusvalía de su hija, algo con lo que su marido no está de acuerdo y Willow tendría que oír... sin contar con que su ginecólogo no es sólo su médico, sino su mejor amigo.