Con Los que se fueron , el lector también se va de una España en guerra y emprende el camino al exilio que siguieron muchos españoles en esa época: primero Francia y luego México. De las calles de París a las selvas de Chiapas. Es una historia triste, de abandono, de pérdida, pero también alegre, de esperanza, de nuevas oportunidades y nuevos comienzos, y Concha Castroviejo transmite todos esos sentimientos de forma magistral con una prosa que, en ocasiones es tan dura como los hechos que relata y, en otras, es casi lírica. “Juan Casal vivía parte del tiempo en Zacatecas; tenía también dinero y una querida que lo dominaba. Gil Brun se había dejado, en principio, arrastrar por la bohemia; después se enamoró locamente de una jalisciense. Era una mujer muy bella, joven y divorciada. Gil Brun se casó con ella y se volvió un hombre práctico. Montó una distribuidora de libros y trabajaba doce horas diarias. También se había casado Serapio. Pero a Serapio le gustaban las mujeres educadas de un modo tradicional, religiosas y con aficiones caseras.” (pag. 264)
