En El laberinto de la luz , cuya acción transcurre en una pequeña ciudad de la España de hoy, se entrecruzan las historias de diversos personajes que buscan una razón a la existencia. Así, Claudio, no ceja en su afán por conseguir el conocimiento; Hugo, poeta, busca el lector ideal; la joven Valentina pretende encontrar, a través de una auténtica aventura libresca, el libro que la haga lectora; Nerea persigue la modernidad; Guzmán ambiciona medrar políticamente; Giner trabaja por la originalidad de las ideas; la anciana Carmen, en fin, lucha por recuperar su antiguo amor de cuando la guerra; el mosaico se completa con el viudo Santiago, o con la profesora Águeda, o con la librera. La novela avanza a través de un repertorio de técnicas narrativas que van desde el narrador omnisciente al monólogo interior, pasando por el tú introspectivo, el estilo epistolar o la caricatura política. El lirismo, el humor y la intriga cultural son ingredientes que sazonan su desarrollo argumental.