Novela extraña y a la vez transparente, estos Rencores de provincia de Carlos Bernatek , que nos va llevando paso a paso a la aventura de dos itinerarios y un encuentro. Quien lee se pregunta “¿es el azar?” y vuelve a preguntarse “¿o es el ‘destino ciego que los hilos iba tramando’?” Si como quería Borges en caso de que el azar no exista todos los encuentros casuales son citas, las historias de Selva y de Poli están marcadas porque sus vidas, tanto la de esa muchacha como la de ese hombre que pone distancia, están señaladas como ineluctablemente dirigidas a una meta que ni siquiera presienten. El camino no es fácil ni está desprovisto de la peripecia indispensable para convertir un texto en una novela. Todo adquiere un tono inesperado: los pasos no llevan hacia donde el caminante quiere, hacia donde la viajera desearía, pero las vidas del uno y de la otra se van a convertir en otra cosa. Ya no serán lo que eran al principio de la narración. Todo esto, gracias a un lenguaje a veces oscuro, a veces irónico pero siempre necesario. Es, finalmente, la maestría del escritor lo que nos pone frente a esos seres y a esos paisajes que el centro del deseo busca sin saber por qué. No habrá (no la hay) una sospecha de luz que ilumine la escena. Pero hay, eso sí, una novela estupenda que merece un lugar de privilegio en el panorama de nuestra narrativa. Angélica Gorodischer