Contiene ilustraciones. La difícil situación en la que quedaron los habitantes del antiguo Reino de Granada se reflejó muy pronto en las hostilidades y presiones a las que fueron sometidos. Desde las conversiones forzosas al crsitianismo hasta la obligación de abandonar su lengua, costumbres e incluso sus indumentarias tradicionales. Destierros a otras zonas de la Península y tratos vejatorios sirvieron de caldo de cultivo para rebeliones tan cruentas como la que estalló en 1568 en las Alpujarras.