Cuenta el autor sus vivencias durante el encierro a que se vio sometido en un centro de tratamiento del alcoholismo y las verdaderas razones que a ello le llevaron, y lo hace en la forma de un diario donde la ironia aparece como medio de amortiguar las amarguras. Salpicado de reflexiones y de dibujos del propio escritor, contado en un lenguaje natural y con la vista siempre puesta en el horizonte, puede seguirse aquí en toda su crudeza el relato de la vida y milagros de treinta hombres de entre dieciocho y ochenta años, cuyo único lugar en el mundo es el reducido espacio del Hogar para enfermos alcohólicos que les acoge. Cuando más que nunca está de actualidad en España el debate del alcohol como sustancia de riesgo, y con un trasfondo luminoso de ilusión, Vino Torcido se presenta como un valioso testimonio sobre los estragos producidos por la droga más legal del mundo.