La memoria elige, voluntaria o involuntariamente, lo que yace adormecido en el suelo de la mente. Es un lugar intangible que retiene, de forma arbitraria, parte de la información que entra de manera cotidiana. Su naturaleza está ligada a tres factores: el tiempo, la experiencia y el contexto. Lo que la muestra plantea no es, por tanto, un análisis generacional. Artistas diversos, desde el punto de vista formal, dialogan en torno a un único argumento. Las ideas plásticas presentadas han sido concebidas con retazos del ayer y contextualizadas desde el tiempo presente. La contemporaneidad es insuficiente en esta reunión iconoclasta. No basta plasmar un solo estado de las cosas. Se necesita incidir en el recuerdo para la ejecución de una idea artística. El objetivo de la exposición es, además, buscar una identidad o esencia común de la cultura iberoamericana como respuesta a la globalización existente. La estructura se agrupa bajo los siguientes epígrafes: La huella de lo íntimo o la experiencia personal; El entorno o la memoria social; El círculo vital. Tiempos de infancia, dolor y muerte; El deseo como motor o principio de la acción memorística y, por último, La memoria como excusa. El engaño visual. Cada obra funciona como una lectura sobre la capacidad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado. Los ejes de espacio y tiempo provienen de allá, del continente americano, de ocuparse del ayer... Es una vuelta a lo vivido, intervenido y permutado por el artista. Es un regreso a las prioridades del recuerdo, a las experiencias que marcan nuestra vida, al origen de nuestros intereses y a cómo percibimos nuestro pequeño mundo.
