No es una obra de pensamiento ni de creación literaria o de justificación política de una gestión gubernativa. Es algo más simple y sencillo. Se trata del interés de una persona pública el jurista y político José Joaquín Colón de Larreátegui que desea poner a buen recaudo una parte de su archivo personal, del que ha hecho acopio por razones distintas en una estancia difícil. Es una miscelánea de referencias, datos, copias de cartas, normas jurídicas, relaciones de providencias, extractos de acuerdos de la más diversa índole que lo único que presentan en común en su información circunscrita a los meses de marzo-junio de 1808 de un político en Bayona. En primer término recoge un conjunto de relatos y reseñas de los sucesos que acaecen con ocasión de la invasión francesa, donde se notifican a modo de crónica social y política las actitudes de las autoridades civiles y eclesiásticas y las respuestas populares en las distintas localidades de España por aquellos días de junio de 1808. Pasado el umbral de los desastres de mayo y ya intensificada la invasión, lo que importa es informar y comentar las reacciones tenidas en distintos lugares, dando cuenta del estado de la situación y de los movimientos y sucedidos en los encuentros con las tropas francesas. Igualmente, se añade alguna que otra carta de distintos obispos a la plana mayor de mando de los generales imperiales ofreciéndoles respeto y consideración, al tiempo que se entremezclan los dispositivos de reales órdenes y decretos, consultas de la Junta Suprema de Gobierno, instrucciones, circulares y extractos de las minutas de la Secretaría de Estado notificando decretos de Napoleón Bonaparte. Un segundo bloque informativo lo constituyen las primeras ocho sesiones de la Junta Española celebradas en Bayona desde el 15 al 25 de junio de 1808. A continuación, prosiguen treinta disposiciones: cartas del gran duque de Berg y lugarteniente general del Reino, el mariscal Joa