A Nicolás y a sus amigos el sonido de la campana cuando llega la hora del recreo les suena a música celestial, porque por fin pueden poner en práctica todo lo que se les ha pasado por la cabeza durante la clase. En el patio del colegio se pelean, comen bollos, juegan al fútbol... ¡Todo sería perfecto si no fuera por el Caldo, el vigilante más temido sobre la faz de la Tierra!