Para empezar, desde el punto de vista del psicoanálisis es difícil dar consejos concretos en materia de crianza y educación de un niño, y aún más en plan recetario. Como dijo Freud en su día, el mejor consejo que el psicoanálisis puede dar al educador profesional, al maestro o al profesor es hacer un análisis propio. Y respecto a las madres, el mejor consejo que se les puede dar es que olviden el afán de hacerse “madres perfectas” y que confíen en sus recursos intuitivos y espontáneos para hacer bien las cosas. Y que los “profesionales” les dejen en paz en la medida de lo posible. De lo que sí sabe hablar el psicoanálisis con fundamento es de la evolución temprana del niño, inseparablemente vinculada a la función de la madre y del padre y muy condicionada por el ambiente familiar en general (incluso más allá de las generaciones vivas: existe el término del “mito familiar”).