Resulta superfluo subrayar el interés de la traducción del Corpus Hippocraticum, ese conjunto de cincuenta y tantos tratados médicos que representan la primera biblioteca científica del Occidente, y que remontan, en su casi totalidad, a fines del siglo v y comienzos del IV a. C. Es decir, a la época en que vivió Hipócrates y la generación de sus discípulos directos. No sabemos cuántos de estos libros fueron escritos por el «Padre de la Medicina», pero se percibe en el conjunto una común orientación coherente e ilustrada, un afán de racionalidad y profesionalidad que bien puede deberse al maestro de Cos. La llamada «cuestión hipocrática» (la referente a la autoría concreta de los tratados) no es esencial. Mucho más importante es comprender el alcance de esta medicina, su empeño humanitario, su afán metódico, y sus limitaciones también. No sólo para la historia de la ciencia médica, sino también para el conocimiento cabal de la cultura griega, todos estos textos son de un gran valor.