La presencia preponderante del catolicismo en la identidad latinoamericana es innegable. Pero como producto combinado tanto de su historia como de las transformaciones propias de la modernización capitalista, el rasgo emergente al que hay que atender es el del pluralismo cultural y religioso. Cualquier proyecto de integración latinoamericana, así como también cualquier empresa de “evangelización de la cultura” se encuentran ante un desafío similar. “Ningún modelo integrativo podrá ser homogeneizante ni hegemónico. Sólo el reconocimiento de la alteridad religiosa, la asunción de la diversidad y los renovados esfuerzos de cooperación, a partir del reconocimiento de cada identidad particular permitirá repensar con realismo las tendencias a la unidad latinoamericana”.