Año 441 d.C. El Imperio romano, aunque arruinado y al borde del colapso, todavía no ha sido vencido. Las arcas del tesoro están vacías, las legiones agotadas y los emperadores hacen gala de holgazanería e incompetencia. Las tribus de visigodos y vándalos ya no son enemigas y empiezan a asentarse «pacíficamente» dentro de sus fronteras. Serán otros bárbaros, llegados del lejano oriente, los que acabarán con este coloso milenario: los hunos al mando del salvaje Atila . Atila ha regresado con su pueblo tras un traicionero exilio. Desterrado por su tío, ha vagado por las estepas durante más de treinta años mientras su cólera y su ambición crecían día a día. Ahora ha vuelto para ocupar el trono que por derecho le pertenece. Sin embargo, el control de su pueblo no es el límite de su ambición: unificará a todos los clanes hunos a lo largo y ancho de la salvaje Escitia y los forjará en un único y poderoso ejército. Sólo entonces, con este poder inimaginable bajo su mando, se lanzará sobre Roma.
