Su poesía funciona como un escudo respecto a las cosas que amenazan a la autora y surge como una protección de esos momentos felices y únicos que cobran su importancia en los poemas y que de otro modo se desvanecerían y perderían. “Un poema tiene su veracidad interna propia, que además vuelve a cada uno hacia su interior, hacia sí mismo. Hacia eso que sabe y no sabe, ya quiera saberlo o no”, dice Viola Fischerová.