Hoy hay en el mundo 175 ciudades de más de un millón de habitantes. Las 13 más pobladas se sitúan en Asia, Ãfrica y América latina. Hay 33 megalópolis anunciadas para el 2015 y sólo una de las diez más grandes -Tokio- será una ciudad rica. En semejante contexto, el modelo de la ciudad europea, concebida como una gran aglomeración que reúne e integra, está en vÃas de desaparición. El espacio ciudadano de ayer pierde terreno a favor de una metropolización que es un factor de dispersión, de fragmentación y de multipolarización. Antes la ciudad controlaba los flujos; hoy ha caÃdo prisionera en la red de esos flujos y está condenada a adaptarse a ellos, a desmembrarse. AsÃ, se debilita considerablemente su dimensión polÃtica: la ciudad que prometÃa integración y solidaridad tanto como seguridad ha sido reemplazada por una ciudad de múltiples velocidades, una ciudad que separa los grupos y las comunidades manteniéndolos a distancia.Olivier Mongin describe con agudeza y amplitud de miras este complejo escenario, partiendo de las preguntas básicas: ¿de qué estamos hablando cuando decimos ciudad? ¿A qué condición urbana hacemos referencia? ¿Qué futuro podemos prever? La nueva cultura urbana no puede ser solamente patrimonial, artÃstica, arquitectónica; exige que el espacio adquiera una forma polÃtica y encuentre una coherencia que le permita defenderse de la desintegración. Más que nunca, como señala el autor, hay que rescatar el espÃritu urbano y ciudadano, ese espÃritu que cree que lo uno y lo múltiple aún pueden marchar concertadamente.
