En 1999 la crítica saludaba unánimemente la aparición de la novela de Alfonso Fernández Burgos, Al final de la mirada, y advertía de que estábamos ante un escritor del que se esperaba mucho, un escritor del nuevo siglo. Se hablaba entonces de «vitalidad creadora, continencia estilística, inteligencia narrativa» o de una prosa «ágil y verosímil» pero, sobre todo, de su innegable potencial como narrador moderno, de vanguardia. En Mujer con perro sobre fondo blanco, Fernández Burgos ha llevado hasta el límite sus posibilidades creativas construyendo un libro de relatos de factura inigualable: valiente, innovador y clásico.