Entre Oficio de tinieblas 5 de Camilo José Cela -por buscar un orden nuevo y díscolo dentro de la literatura- y los Pequeños poemas en prosa de Baudelaire -por su carácter poético concentrado en la mínima estructura narrativa- nace El hombre entre las rocas de Diego Medrano . Entre Oppium de Jean Cocteau -por su carácter de persistente diario en todo el trabajo- y Finnegan `s Wake de Joyce -en su plausible intento de fijar una sintaxis por episodios, a través de fórmulas con las que el autor juega y a las que no está dispuesto a renunciar- nace esta pequeña joya que el lector tiene ahora entre sus manos. Con la libertad de Samuel Beckett -dando curso libre al río verbal- y la afasia de un Louis Ferdinand Celine -despreocupado del estilo que su propio trabajo germina- elabora Diego Medrano este pequeño artefacto verbal, sin parangón en nuestros días, cuya modernidad es la de la propia tradición asimilada -los autores citados y otros muchos- intentando su máximo aprovechamiento como artefacto de conciencias y purga sublime de estilos.
