El pensamiento de Marcos Arruda tiene muchos méritos. Uno de ellos consiste en haber pormulado una metodología: la educación de la praxis. Ésta representa una respuesta al desafío inmenso que con justicia y perspicacia identificó: cómo pensar el proceso educativo en la nueva fase en que se encuentra la humanidad, la planetaria, en un contexto de crisis del sistema capitalista globalizado, de riesgo de destrucción de las condiciones de vida para la Tierra y la humanidad, de ansias de liberación y, simultáneamente, de surgimiento de un nuevo paradigma civilizatorio, nacido del transfondo de esta misma crisis y de estas ansias de liberación.