Poeta del origen, vinculado a una Andalucía secreta, aquel alba fue para él un crepúsculo empapado de obsesiones nocturnas, pero traspasado de luces. Como si tras su sonrisa, tras su anhelo constante de nuevas tentativas poéticas, se hibiera agazapado siempre un cuerpo de sombra, invisible, colmado de tensiones opuestas, inclinado sobre una muerte que, como un espejo, le revelara la verdad de su vida. Una verdad, y el yo poético lo sabe bien, que está presente en aquella memoria total de la que la obra rescata tan sólo fragmentos, imágenes movedizas, que le toca al poeta componer y recomponer a lo largo de su camino hacia lo desconocido.