Cádiz es la fundación más antigua de Occidente. Provincia atlántica y mediterránea, se caracteriza por poseer extenso litoral, sierra y campiña, y grandes ciudades que compiten de algún modo, y con toda razón, por la preponderancia. Es puerta de Europa, la más meridional, hacia el África, cuyos montes Atlas se ven desde Punta Europa. Cádiz está en el litoral, casi equidistante entre Sanlúcar de Barrameda, en la desembocadura del Guadalquivir, y Gibraltar, peñón que corona la bahía de Algeciras, a un paso de África. También es el punto mediano del arco, cuya flecha apunta al interior de campiñas y serranías, que es Jerez y los Pueblos Blancos, el caballo y el toro. Como el sentido violento del aire está simbolizado por los vientos, los poetas de la antigüedad los representaron como gigantes ariscos y veleidosos de doble faz, y puede que a esa imagen doble, con su haz y su envés, respondan los dos vientos predominantes gaditanos, el que sopla desde el oeste -antiguo favonio-, cuyo soplo es más suave, llamado poniente, y el que procede de África -noto o austro-, caliente y turbulento del sur, conocido como levante. Su presencia alterna, pero casi permanente en su dominio de las costas gaditanas, se hace más llamativa mientras más meridional sea la zona que bate, hasta el punto obsesivo de que al título de una población del estrecho que quiere situarla como 'la ciudad entre dos mares'. Gracias al viento se puede practicar el windsurfing, con garantía de hacerlo en cualquier época del año y a lo largo de una costa con 260 km de longitud, que en Tarifa ofrece las mejores condiciones de toda Europa, según los expertos, y, en el lago de Arcos y la bahía de Cádiz, con la seguridad de sus aguas planas, las más convenientes a los no iniciados que quieran prepararse para, finalmente y a poca distancia, poder adentrarse en las más revoltosas del estrecho de Gibraltar.