Mientras que muchas ciudades adornan su historia con abundantes relatos de bestias, reales o imaginarias, que fueron de uno u otro modo enriqueciendo su patrimonio cultural con el transcurso del tiempo, la provincia de Huelva parece haberse mantenido al margen de dicha tendencia tan de moda en la Edad Media e incluso en tiempos no tan remotos. No tenemos dragones ni serpientes que presten su nombre a nuestro callejero, a pesar de que la presencia de ?bestias? en nuestro pasado es abundante, pues no faltaron toros para redimir a Heracles, ni doradas abejas criadas por primera vez como ganado en las tierras del coto. En la presente obra se ha realizado un intento de elaborar un bestiario de la edad moderna onubense en la que el amor a lo clásico convive con elementos de la revelación cristiana, ingredientes ambos que conforman la base espiritual de nuestra cultura. Y todo ello en un texto con una prosa poética preciosa que convierte el placer en aprendizaje.