¿Cómo hablar de Jaques Derrida? ¿Cómo hacerlo con justicia y derecho? Y, sobre todo:¿Cómo dar derecho a un hecho que es aquí necesariamente irreductible? Dar derecho es ya dar el tiempo, la presencia. Desde la primera locución, el acto de habla queda cogido en el golpe de fuerza que es siempre también el de la lectura. Y esto por que el hecho del lenguaje no es un fáctum entre otros; no puede corresponder sólo a una noción de empiricidad que se agote en un registro positivo tradicional. Por otro lado, tampoco sería justo entender la positividad del lenguaje bajo una categoría dialectica, donde aquella sería, en silencio, relevada a un pasaje que se desprendiera del componente empírico. El lenguaje no debe ser así ni lo empírico puro ni una formalidad idealizada. El cruce entre ambos niveles señala la aporía del límite en la noción de sentido. (René Baeza)