La figura de Descartes como fil贸sofo no ha sido objeto de un谩nime interpretaci贸n. Sobre todo en la actualidad se juzga y pondera su obra, no menos que su personalidad, de manera diferente. Para algunos, Descartes es de preferencia un metod贸logo (W. Windelband, P. Naporp...). Su preocupaci贸n, su gran preocupaci贸n consisti贸, seg煤n ellos, en dar un fundamento l贸gico a la nueva ciencia natural, para ver desarrollarla, como 茅l mismo lo intent贸 y lo hizo. Descartes es, de cierto, as铆 un cl谩sico en la historia de la filosof铆a como un cl谩sico en la historia de la ciencia. Para otros, la intenci贸n, acuciante e 铆ntima, de Descartes era de orden moral y religiosa (L. Blanchet, por ejemplo): apaciguar el conflicto entre revelaci贸n y raz贸n, entre fe y saber. De ah铆, se dice, la importancia concedida a la idea de Dios en todo el sistema. Un tercer grupo enfatiza en las apreciaciones los perfiles antol贸gicos y metaf铆sicos de la obra cartesiana: la finalidad reside, a su juicio, en vivir experiencias ontol贸gicas del yo y del mundo (F. Alqui茅, M. Gu茅roult). Dentro de esta l铆nea hay quien, inclusive, acaso exagera el papel que tiene el pensamiento medieval en la formaci贸n de la doctrina, de Descartes (E. Gilson, H. Gouhier). Otra interpretaci贸n, menos correcta quiz谩, la formula M. Leroy. Para este pensador, Descartes es un fil贸sofo enmascarado. No hay que entenderle de continuo de manera literal, sino penetrar en el mensaje secreto de sus filosofemas. Aveces, se subraya, oculta su pensamiento por temor a las consecuencias p煤blicas que puedan traer consigo. Decir esto de Descartes , el fil贸sofo de las ideas claras y distintas, es de sobra &180;&180;original&180;&180;. Un examen imparcial de los textos, al contrario, pone al desnudo los rasgos todos de las letras francesas, de las cuales 茅l mismo es promotor y exponente: claridad, soltura, agudeza, desenfado.
