A la literatura africana le ha sentado bien la globalización. Su naturaleza oral, su función lúdica y al mismo tiempo educativa, su arraigamiento en lo cotidiano para cosechar fantasía ha venido a suplir el vacío provocado tal vez por el intelectualismo creciente de la literatura occidental. Los cuentos ambientados en África viven ya también en occidente como algunos de sus autores, son parte ya de la cultura universal. New York, París, Barcelona o Madrid acondicionan locales para que los adultos se recreen sin complejos, en la fantasía, en el temblor lírico de los cuentos. Inongo-vi-Makome, escritor camerunès, residente en Barcelona recrea en Akono y Belinga un mito sobre fidelidad ambientado en ambas selvas: la africana y la selva de hormigón occidental. Akono y Belinga, como toda obra de arte admite infinitas lecturas: desde el más puro y emocionante relato infantil hasta el simbólico y duro desencuentro cultural.