Leonor está felizmente casada con Arturo Arestes, un acaudalado funcionario afecto al régimen franquista a finales de los años sesenta, y aparentemente llevan una vida decorosa en un hogar plácido y anodino. Fruto de su desapasionado matrimonio, tienen un hijo, Tomás, a quien tratan con la distancia que les imponen su educación y las convenciones de su estilo de vida. Un hogar católico, conservador hasta el extremo, intachable.