Modélico ejercicio de investigación geográfica sobre la memoria gráfica de la ciudad, que nos permite recorrer un periodo apasionante de la historia urbana española, entre revoluciones y alzamientos, miseria y esperanza, para comprobar y lamentar, desde los albores del siglo XXI, la irreparable pérdida del paisaje urbano, pero también para atestiguar su construcción y valorar sus permanencias. Las más de doscientas imágenes de la ciudad de Burgos que Gonzalo Andrés López recupera y glosa, son un fiel reflejo del instante en el que convivieron, probablemente en conflicto, la ciudad del pasado con la nueva ciudad que se abría camino entre solares tapiados, caminos de barro y nuevos empedrados, torres de omnipresentes iglesias y soberbias y emergentes chimeneas, muestras del permanente debate entre conservar y aceptar el desorden moral que la presencia de lo nuevo inevitablemente suscitaba. Y es que, el tiempo del viejo Burgos, detenido en las decenas de instantáneas que esta espléndida obra contiene, también fue un tiempo de cambio, un tiempo en el que la nueva sociedad decimonónica profanó y confundió la memoria de la ciudad del pasado. Y el vértigo del cambio fue tan notorio, que en realidad lo que se construyó poco a poco, edificio a edificio, calle a calle fue una nueva ciudad; una ciudad que salvo algunas excepciones, supo soldar las piezas más preciadas de su memoria , iglesias, palacios, conventos... con la nueva edificación. Este es, en fin, el paisaje de la ciudad tradicional que nos muestra la fotografía histórica de Burgos: un paisaje de la ciudad que fue, de la ciudad del pasado, hecha co
