Dos pijos confesos y orgullosos de su condición monologan al evocar con nostalgia sus momentos de gloria en los años ochenta. Siguen vistiendo polo Lacoste, se desplazan en Vespa, bailan en Pachá y eternizan sus estudios de Derecho. Esta feliz situación se debe a una suerte de desdoblamiento que convierte a los protagonistas de la película dirigida por Juan Cavestany -Borjamari (Santiago Segura) y Pocholo (Javier Gutiérrez)- en filósofos de la vida pija, en personajes literarios que analizan los grandes iconos que han dado sentido a sus existencias: las chicas, los amigos, el alcohol, las motos, Mecano... Una étia y una estética en la que a buen seguro todos nos reconocemos pues, como dice el autor, todos -aunque no queramos confesarlo, aunque hayamos acusado de pijos a los demás-, hemos ejercido de pijos en algún momento de nuestras azarosas vidas.