Los padres de este libro jocoso y brillante son, por este orden, Tex Avery y el excepcional Dana-Gibson. La sombra de Alfred Jarry tampoco es ajena a la concepción de este luminoso homenaje a un género icónico como pocos. Una sombra, eso sí, en la que el furibundo vitriolo ha sido transformado en irónica melancolía por el talento de Carlos Nine , que firma aquí uno de sus trabajos más redondos y espectaculares. Un trabajo lleno de amor por todas esas viejas imágenes, que poblaron nuestras fantasías una vez.