La evolución de la ciudad de Burgos durante el siglo XX ha estado guiada más por el crecimiento urbano que por su transformación en términos cualitativos. Burgos es una ciudad compleja, donde se han consolidado procesos de dualidad y competencia entre los distintos barrios por conseguir dotaciones que aumenten su calidad urbana. Es una ciudad desestructurada que no ha sido capaz todavía de superar la desintegración física de sus barrios, muchos de los cuales mantienen hoy su marginalidad, permanecen inconexos y presentan una marcada diferenciación social. El auge que presenta el modelo de ciudad difusa agrava más la compleja estructura de una ciudad que se encuentra muy mal articulada. La actual estructura del espacio urbano burgalés se atribuye a menudo a la improvisación y a la ausencia de planificación, sin tener en cuenta que no es sino el resultado de la aplicación de diferentes mecanismos de creación de ciudad, mediante la conquista de nuevos espacios unas veces, mediante su transformación en otras ocasiones o mediante la conservación y revalorización de la ciudad histórica si es lo que conviene. El libro analiza los mecanismos y estrategias de producción de suelo urbano diseñados por la Administración pública burgalesa para solucionar el problema de la vivienda obrera desde principios de siglo, momento en que se implantó un modelo de crecimiento aparentemente anárquico que, aunque en desacuerdo con el planeamiento urbanístico, se realiza de acuerdo con un criterio perfectamente planeado. Todo empieza en los años veinte, cuando el Ayuntamiento de Burgos se convierte en un decidido agente del crecimiento al construir y apoyar financieramente las iniciativas de las cooperativas de Casas Baratas. Desde ese momento ha dirigido y orientado el crecimiento urbano a través del reparto del uso residencial de las clases trabajadoras, con lo que el espacio urbano se define por su marcada diferenciación social.
